Bien que la idea principal que reside en el centro de la meditación de las fórmulas de invocación divinas (el dhikr) es que ésta tiene su origen en el principio trascendente del"sirr"o secreto espiritual, el lugar de donde provienen la luz o influencia divina que son el verdadero alimento de la meditación, emplazando a ésta inmediatamente mas allá del simple juego mental; el proceso de realización espiritual, en su conjunto, toma su apoyo sobre una "forma" que, por lo demás, ella misma está arraigada dentro de un orden espiritual que procede de una Revelación. Esta forma o formas son particularmente perceptibles en los ritmos del ayuno del Ramadan, de la Peregrinación a la Ciudad Santa de la Meca - Hajj - o mas claramente todavía, en los movimientos rituales de la plegaria - Salat -, palabra ésta que evoca también la idea de una ligazón, de un contacto- silah - con la presencia divina, per también, como se verá mas adelante, con el mundo exterior.
El Profeta del Islam (s.a.s.) enseño a sus Compañeros los diferentes gestos y palabras que constituyen cada una de las cinco plegarias cotidianas después de recibir, él mismo, esta enseñanza por mediación del Arcángel Gabriel, el cual ya dejó indicado que estos movimientos, todo y centrarse en el cuerpo, pertenecen a una realidad espiritual. A través de los gestos hieráticos de la plegaria, el alma se reúne con el cuerpo y toma conciencia de estar lo mas presente posible en cada palabra pronunciada o cada gesto realizado. El sentido espiritual latente en la plegaria surge de esta presencia interior. La prosternación, por ejemplo, se revela, en la experiencia interior que la acompaña, como resultando la exacta expresión de la "fana", de la extinción del "mi" en la presencia divina. El acto es seguido de"baqâ", del momento de enderezamiento según el cual se significa esta substancia del "mi", no por ella misma, sino por esta presencia que realiza de aquí en adelante lo que en ella es su principio de ser verdadero. Lo importante pues es que el estado de conciencia adquirido en la meditación se transfiere a los actos de la plegaria, habita la plegaria para que ésta pueda desarrollar sus múltiples sentidos. Una vez dentro de la forma, el ritmo de la oración está reglado por los astros que participan, dice el Corán, como todo lo que ha nacido, en una alabanza cósmica. La plegaria es pues el cuerpo de la meditación que sacraliza el tiempo cósmico y el vivido y, por la disciplina que impone, una manera de poner los pies sobre la tierra, de seguir los preceptos de la Sharia - la ley religiosa -, así como de continuar la invocación Divina, todo guardando una justa relación con el exterior, tanto con la naturaleza como con los hombres.