Sufismo - Tariqa Qadiría Butchichía


Guía y discípulo

Para encontrar la vía, se necesita primero encontrar el maestro; lo que no implica forzosamente un encuentro físico con él; expresándolo de otra manera: el espíritu de la vía es el espíritu del maestro. El encuentro con la vía ocurre de muchas maneras, a veces es evidente y con señales tangibles como en los casos de ensueños que anuncian el encuentro con el guía o algunos de sus discípulos, en otras ocasiones de manera más banal, haciendo eco a una experiencia intima inscrita en el pasado y significando que no hemos llegado hasta aquí por casualidad. El padre de mí maestro, Sidi Al-Hâdj Abbâs, decía con frecuencia:"Las personas creen en general que son ellas las que encuentran nuestra vía, cuando en realidad es la vía, la que encuentra las personas." Esto, el discípulo lo experimenta directamente al comprobar que la llamada existía en estado latente en su ser más profundo y que responde a ella en el momento adecuado.

Seguir el camino, es experimentar y gustar de su propio ser. Es entonces cuando un espacio nuevo se abre y permite descubrir el guía. Un sufi, Abû al-Abbas al Mursi, decía": Es más fácil conocer a Dios que el maestro". Dios puede ser conocido por sus cualidades de perfección, mientras que el maestro hace figura de velo ¿ Acaso no es un humano de carne y huesos, que bebe, come y duerme? ¿Cómo conocer su realidad interna? Es ciertamente más fácil - por lo menos hasta cierto punto- imaginar las cualidades divinas y sus beneficios . En cuanto ocurre el encuentro con el maestro y con la vía en todas sus facetas, vamos de descubrimiento en descubrimiento. Una de las funciones más importante del maestro-y puede que sea la más importante- es hacernos descubrir nuestro propio maestro interior. Es decir, permitirnos acceder a esa dimensión interior que no es otra que el maestro en uno mismo. El verdadero maestro que guía sobre la vía del Bien, evita que se le tome por otra cosa que no sea su papel de servidor o como representante de lo divino y el motivo es que esa teofanía de Dios en el maestro conlleva algún peligro para el discípulo; este puede ser tentado en idolatrarlo y con ello llevarle a una fascinación sin limites. Por lo tanto el verdadero cometido de un guía, consiste en no dejarnos llevar por una especie de fervor, pero mas bien operar en nosotros una abertura interior que permita el desarrollo de un amor real hacia él.

Es así, que a veces un discípulo siente para su maestro un amor espiritual tan intenso, que para algunas personas le parece incomprensible; y es cuanto más sorprendente al comprobar que exteriormente el maestro es en todo punto similar a cualquier otra persona.

En Marruecos, conoci grandes teólogos e intelectuales que no podían comprender que algunos de sus colegas, tan conocidos y tan reputados como ellos, concebían una admiración sin limite a mi maestro, él, que a sus ojos no les parecía disponer de cualidades excepcionales.

Un maestro es un maestro. Es tal como es; no juega a parecer algún personaje; adapta su comportamiento en función de las necesidades propias de cada situación; en tal situación puede que hable, en otra se mantendrá en silencio, aun cuando todos los que le rodeen quieran que hable... De hecho, la comunicación esencial se produce en el nivel que llamamos " de corazón a corazón", jamás su intención es satisfacer a la imagen que los demás esperan del. Gracias a una alquimia interna, la relación maestro discípulo se va modificando y evolucionando de tal forma que se nos permite progresivamente conocer su interioridad y su realidad espiritual.

Cuando fui a ver, por primera vez a mi maestro, Sidi Hamza, no sentí nada particular ni significativo. Estaba simplemente muy a gusto en su presencia y para nada impresionado. Sin embargo muchos otros estaban como paralizado a la idea de encontrarse con él; y eso que en general eran individuos sicológicamente bien asentado y con fuertes personalidades, pero se paraban a algunos metros de la puerta de mi maestro sin atreverse a entrar, incluso los habían que daban vuelta atrás y se marchaban. Mi maestro recibía a todo el que quería verle, sin excepción. Por aquel entonces me parecía incomprensible la actitud de aquellas personas hasta que vislumbré que un maestro puede ser "percibido" bajo perspectivas diferentes. La pedagogía de nuestro maestro consiste en operar en cada uno de nosotros, una transmutación interna. Esta transmutación ocurre por diferentes " métodos", el primero es autorizarnos a practicar el zikr y a continuación todas las otras practicas propias de la vía.

Entonces poco a poco algo empieza a transformarse en nosotros; es el momento que contiene la posibilidad para que nos lleve a otro conocimiento, alejándonos de su aspecto externo y mostrándonos la realidad del corazón. No tenemos que olvidar, que el corazón del hombre es el Trono de Dios y que se encuentra en la interioridad de cada uno de nosotros; precisamente hacia esa interioridad es a la que nos convida nuestro maestro. No hacia él, como persona, nos atrae, es hacia su ser interno.

Y así como anteriormente lo hemos mencionado, esta relación de corazón a corazón permite el nacimiento de un amor inconmensurable para el maestro, aun cuando el discípulo no haya tenido un encuentro físico con él.. Este fue el caso de Uwais al-Qarnî (celebre asceta del Yemen) que profesaba para el Profeta-¡ salvación y paz sobre él!- un amor sin limites, pero que a pesar de ser contemporáneo nunca pudo visitar. Al Profeta, cada vez que se giraba hacia el Yemen, le gustaba repetir "¡ los halitos de la misericordia vienen del Yemen!" Y cuando se le preguntaba el porqué, contestaba " Porque allí vive un hombre de Dios que se llama Uwais al-Qarnî". Es por la sinceridad, la orientación y la polarización del discípulo que le maestro puede abrirse y hacer que el secreto espiritual que el detiene sea accesible a cada discípulo. Y todo esto ocurre mas allá de las apariencias.

Sin embargo la apariencia puede ser utilizada como llave de acceso. El maestro, polo de atracción y símbolo vivo, permite una relación de intercambio, de comunicación de energía espiritual o de una fuerza de atracción. Pero en cuanto el discípulo a hollado una parte del camino, la relación se transforma de una manera completamente diferente de lo que al principio hemos evocado y de lo que inicialmente se percibía o concebía; el soporte físico como instrumento de orientación, no era mas que una etapa hacia el secreto del guía. Así, las primeras etapas del recorrido consisten en posicionarse en un area magnética.

¿Puede compararse esa fuerza de atracción con lo que se siente en una relación amorosa? Sin dudas, es una relación del mismo orden, pero de otra naturaleza. En una vía espiritual viva y autentica, nos encontramos con personajes de horizontes sociales, culturales, lingüísticos muy diferentes; perfiles sicológicos completamente distintos, incluso opuestos, que solo la vía puede reunir. Esas personas, entre ellas no tienen ninguna afinidad si no es orientarse hacia el mismo maestro para la realización única de Dios, y si esa afinidad no existiese en las almas, aunque sea de manera inconsciente, ciertamente no hubiese tenido ninguna razón para encontrase. Pero, justamente tienen en común un elemento esencial que permite esa afinidad.

Unas palabras del Profeta - que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre él- aluden a este tema ": Las almas que se conocieron en la pre-eternidad, se reencontraran en este mundo. Y las que se alejaron en la pre-eternidad, se alejaran." Esto significa que existe una afinidad en las almas que es " anterior" a su encuentro en este mundo. Esta afinidad entre almas es la misma que se manifiesta entre ellas y el alma perfecta del guía espiritual. Si la relación con esta alma perfecta, o dicho de otro modo, la puesta en orbita alrededor de ella es posible, no es debido a un efecto del azar. Las afinidades a las que nos referimos, trascienden todos los aspectos contingentes. Si la cuestión de distancia cultural, lingüística, social puede, al principio representar un obstáculo, a medida que recorremos el camino en la vía del corazón, se experimenta entre las almas una extraordinaria comunión. Y se hace patente, la importancia del guía, como centro alquímico que posibilita el acercamiento entre ellas.

Con frecuencia he visto hermanas y hermanos de la vía que jamás habían tenido la oportunidad de acercarse físicamente al maestro, expresar hacia él similares propósitos que los que permanecían junto a el. Todos manifiestan modalidades de comprensión, percepción interior y expresión espontánea frente al maestro, que se evidencia que beben en una misma fuente. El maestro es esa fuente viva que se renueva constantemente.

Por supuesto, hay discípulos que tienen responsabilidades, algunos son mas antiguos que otros; sin embargo en la esencia de la relación maestro-discípulo, sea cual sea su antigüedad, su responsabilidad o su posición, todos y cada uno tienen la posibilidad de esa abertura interior hacia el conocimiento: Una relación intima de corazón a corazón entre el maestro y el discípulo.